Blogia
Dalia

Bibliotecarios: el placer de servir

Bibliotecarios: el placer de servir

El placer de abrir un libro y adentrarse en sus páginas, es quizás, una de las experiencias más bellas y edificantes para un ser humano.

Cuando traspasamos, de niñas y niños, las puertas de una Biblioteca, comienzan a despertarse los sueños que jamás podremos abandonar en toda la vida.

Son las bibliotecarias y bibliotecarios quienes nos hacen descubrir ese mundo de imaginación.

Con ellas y ellos, y de las manos de maestras, maestros y padres, viajamos con Gulliver, llegamos al País de las Maravillas con Alicia, comprendemos cómo un patico feo se convierte en un hermoso cisne, y nos trasladamos a muchos planetas con un Principito que dice muchas verdades, y que quiere a su rosa y a su oveja.

Con las bibliotecarias y bibliotecarios conocemos al Hombre de la Edad de Oro, nuestro José Martí, e imaginamos a Pilar llevando sus zapaticos de rosa a una niña pobre y enferma, o a un Meñique que vence por su inteligencia y perseverancia. O a un Bebé que regala su sable dorado al primo olvidado y pobre  Raúl.

Inmensas también las emociones mezcladas cuando leemos Corazón, la historia del niño italiano, y sus anécdotas de un curso escolar,  donde vencen la amistad y el amor.

Gracias a las bibliotecarias y bibliotecarios conocemos más nuestro continente y sus leyendas fabulosas con esos Oros Viejos que jamás pasan de moda.

Después, en la adolescencia, son las bibliotecarias y bibliotecarios quienes nos dan las manos cuando, muy ansiosos, buscamos la bibliografía que necesitamos con urgencia para el trabajo práctico que urge entregar.

De adultos, en la universidad, descubrimos que en las esos recintos silenciosos existe como una magia inexplicable que nos hace estudiar mejor y atrapar con mayor celeridad cada conocimiento imprescindible para convertirnos en profesionales.

Las bibliotecas están definitivamente, ligadas a nuestras vidas, y a la propia existencia del ser humano.

No puedo imaginar cómo pudiéramos hoy acumular y guardar toda la historia y descubrimientos esenciales del mundo, si no existieran las Bibliotecas.

Hoy, las nuevas tecnologías nos permiten llegar más rápido a los datos que necesitamos. Pero la razón de ampliar conocimientos y ser mejores personas sigue inamovible.  No importa si el objetivo se alcanza frente a una computadora, o ante las páginas amarillas de un libro, o cuando abrimos una revista especializada, esa que tanto necesitábamos para encontrar el dato exacto,  Las bibliotecas y los hombres y mujeres que laboran en esos recintos, se enfrascan en conservar ese patrimonio universal, sin el cual sería muy difícil mirar al pasado y proyectarnos hacia el futuro.

Por eso, cuando honramos este 7 de junio al Padre de la Bibliografía de este país, el erudito Antonio Bachiller y Morales, estamos rindiendo justo tributo también a las bibliotecarias y  bibliotecarios cubanos en su día, esos seres imprescindibles en nuestro tránsito por la vida, esas personas anónimas, que han cultivado, para siempre el placer de servir.

 

0 comentarios