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Cuba, la dignidad como bandera

Cuba, la dignidad como bandera

Este martes, Cuba vuelve a denunciar ante el mundo una política hostil y absurda que ha intentado ahogar a este país durante más de cincuenta años.

Por vigésima ocasión, nuestra isla presenta ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el documento “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, financiero y comercial contra Cuba”.

Los que nacimos bajo esa estrategia cruel impuesta por todos los gobiernos norteamericanos que han pasado por la Casa Blanca, sabemos muy bien cuanto nos ha costado el odio de un enemigo que no nos perdona construir un proyecto diferente a noventa millas del Imperio.

Sólo en cifras, el documento explica que el bloqueo le ha costado a la economía cubana una cifra que supera los 104 mil millones de dólares.

Los que nacimos bajo el bloqueo sabemos muy bien del ingente esfuerzo del gobierno para buscar medicamentos y comprarlos en el mercado internacional, amén de todas las restricciones y trabas, a fin de salvar la vida de un niño o un anciano.

Conocemos, porque lo hemos sufrido en nuestra piel, cuánto cuesta importar alimentos, o hacer transacciones comerciales y financieras, o cuantos vericuetos hay que recorrer para que no falte lo imprescindible, conseguir lo perentorio  e impulsar el desarrollo del país en las condiciones más

difíciles.

Cuando el enemigo arrecia sus sanciones contra Cuba, este país vuelve a demandar lo que para la abrumadora mayoría de las naciones ya es visible: el bloqueo es una política que daña la vida de un pueblo e impide su avance, por un único motivo: la voluntad de  construir un sistema social diferente.

La votación en las Naciones Unidas será nuevamente la vergüenza del Imperio: otra vez volverán a escucharse voces y razones que expliquen por qué es inhumana y caduca esa política que no ha tenido resultados, y que no los tendrá, porque hace mucho tiempo las cubanas y cubanos aprendimos que la dignidad ni se compra ni se vende, que las frentes se mantendrán altas, que seguiremos desafiando la ignominia y el desamor, y que gran parte de la humanidad está de nuestro lado, porque Cuba seguirá siendo el símbolo de la dignidad, del decoro, de la voluntad de ser luz y de la altivez de un pueblo que ha vencido obstáculos, en nombre de los sueños de un mundo que tiene, definitivamente, que ser mejor.

 

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