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Los cinco: amores que trascienden tras las rejas

Los cinco: amores que trascienden tras las rejas

“Me descubrí soñando que ya estabas libre, de vuelta en casa junto a mí, y en un fuerte abrazo te pedía que no volvieras a dejarme sola. (…)

Por eso en este día de felicidad, romance y regalos no encuentro mejor obsequio para ti que ofrecerte mi futuro, porque ya eres dueño de mi pasado y de mi presente. (…) Por favor, regresa pronto, te necesito, te amo”.

Conmueve leer la reciente carta enviada por Adriana Pérez O’Connor a su esposo Gerardo Hernández  en este Día de los  Enamorados y publicada íntegramente en los medios de prensa nacionales.

Conmueve pensar que en el caso de los cinco, a la gran injusticia de tenerlos presos, se une el dolor de la separación de las familias y de sus esposas, quienes han soportado la nostalgia de la pérdida de los años que no pudieron ser, de los proyectos que quedaron sin realizar, del desafío de criar solas a sus hijos e hijas, o de no poder tenerlos, porque se lo han impedido. El tiempo que se les ha ido en una batalla que no cesa, pero donde irremediablemente, sobreviene el dolor de no tener a su hombre al lado, en los momentos difíciles o alegres de la vida. El dolor de decir adiós a la juventud que se escapa con la sensación del último beso que quedó en el recuerdo, o del calor de una piel que tanto se añora, o la ausencia de esas manos, siempre necesarias para continuar.

O sentir la satisfacción de escucharlos igual de tiernos y enamorados, cuando hablan por teléfono, o cuando se les permite, sólo a dos de ellas, visitarlos en las prisiones, luego de una angustiosa solicitud de visas.

Adriana Pérez, Elizabeth Palmeiro, Rosa Aurora Freijanes, Olga Salanueva,  estarán soñando este 14 de febrero con el regreso de sus amados. Mientras, espantan la soledad y la tristeza con la dicha de sentirse acompañadas por mucha gente buena y por ese hombre que escogieron una vez para andar por la vida ayer, hoy y siempre.

 “Me cautivó su físico, su estatura, sus ojos achinados, pero también su ternura y su inteligencia, que me hicieron identificarlo como un hombre especial”, dice Elizabeth sobre Ramón. Olga, entretanto, asegura que el día que conoció a René sabía que iba a ser el hombre de su vida. “Hicimos planes que  no pudieron cumplirse, pero jamás hemos dejado que esta separación nos entristezca ni nos llene de odio. Hemos vencido por el amor que nos inunda siempre”, ha enfatizado una y otra vez.

“Lo que admiro en Fernando es que es un hombre tierno, caballeroso, cubano criollísimo, ama la música, la pelota, la comida cubana. Fernan es ese hombre feliz que siempre está ahí, cuando lo necesitas”,   confiesa Rosa Aurora.

Para Adriana, a quien le han impedido ver a Gerardo en estos años, la risa y el humor de  su esposo los ha salvado del sufrimiento y les ha permitido seguir adelante. “Lo que más extraño de él es ese beso en la frente que siempre me daba”, dice la muchacha ojinegra que en una parada de La Habana conoció al hombre de su vida para sellar un pacto de amor que no han podido romper ni el tiempo ni la distancia.

Son amores difíciles y grandes, amores que trascienden las rejas de una prisión, aún cuando este Día del Amor no puedan, como muchas parejas del mundo, despertar con un abrazo y las caricias del ser que escogieron para toda su vida.

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