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OPERACIÓN TRIBUTO: EN NOMBRE DEL AMOR

OPERACIÓN TRIBUTO: EN NOMBRE DEL AMOR

“La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor. Más grande es el ser humano cuanto más cerca está de los otros seres humanos”.

La frase martiana vuelve a mí este 7 de diciembre, cuando los cubanos evocamos nuevamente una de las páginas más gloriosas de nuestra historia, de esa historia más reciente. Esa que nos hace más grandes ante los ojos del mundo.

Fue hace exactamente veinte años cuando, consternados, con mucho dolor, en cada municipio de esta isla del Sol, sepultamos en los Mausoleos de los caídos por la defensa a los más de dos mil combatientes internacionalistas que entregaron sus preciosas vidas por la liberación de Angola, Etiopía y otros pueblos del mundo.

El silencio y las lágrimas se fundieron entonces con el compromiso eterno de ser fieles a su memoria, de no olvidarlos en cada momento, de convertirlos en estandartes, en inspiración para cada acto bueno y noble. De convertirnos, a pesar de los tiempos duros, en mejores seres humanos, en honor a su memoria.

¨Otros lamenten la muerte necesaria, yo creo en ella como la

almohada y la levadura y el triunfo de la vida ¨...

La enseñanza del apóstol se hizo más firme en esos tiempos,  cuando recibíamos los restos amados en cualquier punto de la geografía de la patria.

Como reportera de la televisión cubana, aquel diciembre de 1989, fui testigo de días gloriosos. El luto y la tristeza nos ensombrecía a todos. Pero también la certeza de que la muerte de aquellos  hombres y mujeres no fue en vano.

En Angola visité muchas unidades militares, donde compartían internacionalistas cubanos y combatientes angolanos. Y aún recuerdo nítidamente los monumentos erigidos a los caídos, las literas tendidas con una foto y una flor silvestre para honrarlos perennemente.

También los cantos y poemas dedicados a ellos. El arrojo y la valentía demostrados en cada misión y combate, porque los muertos, más vivos que nunca, daban, a cada instante,  luz y aurora.

En el Mausoleo de El Cacahual, junto a la tumba de Antonio Maceo Grajales y Panchito Gómez Toro, Fidel aludía a futuro:

“Nuestras tropas victoriosas regresaron con el escudo (…) Estos hombres y mujeres a los que hoy damos honrosa sepultura en la cálida tierra que los vio nacer, murieron por los más sagrados valores…”

Al paso de dos décadas, la Operación Tributo vuelve ante nuestros ojos, no como un símbolo luctuoso, sino como un nuevo motivo para seguir adelante, en nombre de los que derramaron su sangre por la Patria mayor. Ante ellos volvemos a inclinarnos,  respetuosos y agradecidos.

Este 7 de diciembre, Martí vuelve a ser el Maestro Mayor, y vuelve a recordarnos a cada cubano que

¨ (…) La sangre de los buenos, no se vierte nunca en vano”. O que ¨No hay más que un medio de vivir después de muerto: haber sido un hombre de todos los tiempos o un hombre de su tiempo”.

Ellos, nuestros caídos por la liberación de otros pueblos,  fueron hombres de su tiempo. Del presente y eterno símbolo para tiempos  futuros.

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