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Primero de Mayo en mi Patria

Primero de Mayo en mi Patria

 Es primero de mayo y nuevamente la patria amanece vestida de dignidad. De pueblo. El combatiente que ya peina canas y el niño o la niña apenas han dormido. Los trabajadores del sector estatal y privado ya se alistan y han despertado hoy más cubanos Hay cita con el futuro. Es primero de mayo y mi patria se despierta llena de luz, para alumbrar hacia el mañana. Vestiremos de dignidad, de rojo, de azul, de blanco, para identificar los colores de la bandera de una isla irredenta. Las cubanas y los cubanos nos damos cita en una fecha que nos une, porque sabemos que desfilar es símbolo de una decisión que hace mucho tiempo establecimos con los antecesores, con nuestros mártires, los que nos entregaron una patria de pie, con las frentes altas, las botas calzadas y las manos firmes. Desfilamos porque sabemos que aún nos falta mucho por hacer. Porque sabemos que la revolución es también evolución, y porque apostamos por la prosperidad de una isla pequeña en extensión, pero grande por su alma. Porque transformamos todo lo que hacemos para entregar a nuestras hijas e hijos una patria mejor. Porque Martí vuelve a advertirnos, a 160 años de su natalicio, que “trincheras de ideas valen más que trincheras de piedras”. Desfilamos por la risa de nuestros pinos nuevos y por la eterna insatisfacción de los jóvenes, dispuestos a cambiar lo que debe ser cambiado, pero sin negociar los principios que nos han traído hasta aquí, después de más de cien años de lucha. Desfilamos porque nuestra isla se transforma, a tono con los nuevos tiempos, con las voces y el actuar de todas y todos. Desfilamos por los mártires del Moncada, esa Generación del Centenario que no dejó morir al Apóstol. Por los caídos en Girón, por los de la lucha clandestina, por los que derramaron su sangre en otras tierras , en los sueños de defender otro planeta donde se acaben las guerras y el desamor. Desfilamos por la seguridad de nuestros obreros, de nuestros profesionales, de nuestras mujeres. Por la certeza de que no estamos ni estaremos solos en este mundo donde parece dispuesta a gobernar la desesperanza. Desfilamos porque sabemos, eso sí, que Cuba es la esperanza para los desposeídos de la tierra, porque somos eternos necios que preferimos morir por lo que a algunos pueden parecer quimeras o, porque, como acaba de confesarme una amiga chilena, “la sensibilidad y las utopías siempre van a existir para ser mejores seres humanos”. Desfilamos por la América de Martí y de Bolívar, desfilamos porque el Comandante Hugo Chávez sigue vivo, demostrándonos en pleno siglo XXI que todavía es preciso desandar este continente para estrecharnos más, y andar unidos “como la Plata en las raíces de los Andes”, como nos enseñó el Maestro mayor. Desfilamos porque Cuba, en pleno corazón del Caribe, es la demostración más fuerte de que cuando hay unidad y esperanzas, es posible conquistar las estrellas y el Sol, y mirar al mañana. Así nos encuentra este primero de mayo: unidos, más cubanos que nunca, más latinoamericanos, más internacionalistas, dispuestos y perseverantes en conquistar un mundo mejor, ese que legaremos a las nuevas generaciones, ese mundo de paz y amor que soñamos y que es posible.

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