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Tania la Guerrillera: “Dejar un recuerdo”.

Tania la Guerrillera: “Dejar un recuerdo”.

“¿Con que he de irme, cual flores que fenecen?¿Nada será mi nombre alguna vez?¿Nada dejaré en pos de mi en la tierra?. ¡Al menos flores, al menos cantos!. ¿Cómo ha de obrar mi corazón? ¿Acaso en vano venimos a vivir, a brotar en la tierra?”

Su nombre, Haydee Tamara Bunke Bider. Pero quizás sea más conocida en el mundo como Tania, la Guerrillera, la única mujer en la Guerrilla de Ché en Bolivia.

Con el poema Dejar un recuerdo, quizás esta argentina alemana, o mejor decir, mujer del mundo, dejó sellados sus sentimientos hacia una causa que jamás abandonó, aunque su vida haya sido corta, y aunque quizás, quedaron muchas flores en el camino por cultivar.

De una gran estirpe nació esta niña, hija de padre alemán y madre polaca, judíos, comunistas, maestros,  enemigos convencidos del fascismo.

Argentina y Alemania son sus dos patrias grandes. Aunque la familia regresa a la república Democrática Alemana, para apoyar en la reconstrucción de un país floreciente, Tamara jamás olvidó la milonga, los tangos, y los encuentros frecuentes con los latinoamericanos. Quizás por eso se sintió más cerca de esta región que sintió siempre como suya.

Así se hace amiga de Cuba, de su revolución, conoce al Che, con quien establece fuertes vínculos de amistad.

Invitada por el Ballet Nacional de Cuba, viene a esta patria martiana . En la isla estudia Periodismo, trabaja incansablemente en Ministerios e instituciones, y es escogida para una misión en Bolivia.

No lo duda, no vacila. Tania marcha al país andino como la avanzada de la guerrilla y se inserta en las altas cúpulas del poder de esa nación. Viaja a varios países, así se transforma en Haydee Bider González, Vittoria Pancini y Marta Iriarte. Laura Gutiérrez Bauer...

Su rostro cambia, mientras en la soledad de su misión, se convierte en un eslabón imprescindible en los vínculos con la naciente guerrilla.

Al ser detectada en una de sus misiones, tiene que permanecer con los guerrilleros. Es una más, con su fusil, su uniforme, su belleza de mujer inmensa. Su feminidad que nunca perdió aún en las situaciones más complejas. Dicen que sorteaba las condiciones más adversas: entre rocas, con los pies llagados, con fiebre,  jamás se le escuchó quejarse.

Integra la retaguardia y a causa de una traición son descubiertos. El 31 de agosto, en Vado del yeso, al cruzar el Río Grande, víctimas de una emboscada, son aniquilados todos los integrantes del grupo.

Tania fue la penúltima en sumergirse en la rápida corriente del Río Grande, justo delante de Joaquín que cubría las espaldas de sus compañeros. El agua casi le llegaba hasta la cadera cuando se escucharon las primeras ráfagas. Se les aparece como una mujer bellísima.

Llevaba pantalones con camuflaje; botas de soldado, una blusa a rayas verdes y blancas, muy desteñidas; mochila y la metralleta colgada. Intentó agarrar su fusil pero una bala le atravesó el pulmón. La corriente la arrastró tendiéndola luego sobre un remanso. Los soldados no encontraron su cadáver hasta siete días después. Aún no había cumplido 30 años.

Cuentan que desde entonces, cada 31 de agosto, manos desconocidas llenan de flores aquel lugar donde se encontró su cuerpo. De este modo la guerrillera Tania, la flor silvestre de Río Grande, se convierte en leyenda.

Aquí, en el centro de Cuba, sus restos fueron trasladados en 1998. En el Memorial de esta ciudad de Santa Clara, donde se honra al Destacamento de Refuerzo, ante el nicho de Tania se colocan cada día flores frescas, flores que le traen mujeres y hombres de todo el mundo a esa joven eterna, hermosa, alegre, comprometida, cargada de amor y dispuesta a dar la vida por un ideal de internacionalismo y de paz e igualdad, un sentimiento que abrazó desde que abrió los ojos al mundo y que la inmortalizó para siempre como Tania, la flor de la guerrilla.

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