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El Che y Maceo: su legado de honor a los cinco héroes

El Che y Maceo: su legado de honor a los cinco héroes

Este 14 de junio volvió a recordarnos que las raíces de la historia de Cuba y de esta América nuestra calaron bien hondo en generaciones que ofrendaron hasta sus vidas por la libertad de la isla.

Cubanos y cubanas que, como los cinco héroes, aprendieron del Titán de Bronce que “La libertad no se mendiga, se conquista con el filo del machete”, y con el Guerrillero Heroico que "El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor".

Tres de nuestros héroes cumplieron misiones internacionalistas. Gerardo Hernández, René González y Fernando González vistieron de camuflaje y calzaron las botas de  guerrillero para ayudar a la emancipación del régimen del apartheid en África.

Así habían seguido las huellas del argentino-cubano, el hombre universal que enseñó, con su propio ejemplo a las nuevas generaciones: “Sean capaces siempre de sentir, en lo más hondo, cualquier injusticia realizada contra cualquiera, en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda del revolucionario”. Y de Maceo, como de todos los próceres de nuestras gestas independentistas, los cinco también aprendieron la necesidad de ayudar a otros pueblos, tal y como enseñó el General Antonio, quien escribió en julio de 1884, que cuando Cuba fuera independiente, solicitaría permiso del gobierno que se constituyera, para hacer la libertad de Puerto Rico, pues no le gustaría entregar la espada dejando esclava esa porción de América.

Son páginas entrañables de una historia que comenzó desde que se aprendió en nuestra isla el sentido de patria.

Ramón Labañino ha escrito en versos que entre los objetos más importantes que hay en su celda está la imagen y la prosa del Che, y en su libro de poemas Gaviotas blancas, escribió en uno de sus versos: “¿qué soy?, sino tu palabra con filo, tu ejemplo, Comandante, tu ternura de amigo”

Y como ha confesado René González, Ernesto Guevara fue luz  y guía para una juventud,  hija de una patria nueva.

En un mensaje enviado a propósito del aniversario 35 del asesinato del Che, René escribió:

“Me enorgullezco de haber pertenecido a una generación de jóvenes cubanos que aprendió a venerarte, compartiendo tus anécdotas, leyendo tu diario de campaña o aprendiendo a ser mejores hombres y mujeres con tus “Pasajes de la Guerra Revolucionaria”, el libro que más veces he leído en mi vida y el que ese culto a la verdad y ese apego inflexible al rigor histórico que te caracterizaran sólo ceden un ápice ante tu modestia. (…)Aprendiendo a ser como el Che, más allá de cuánto o no lo hayamos logrado, todos hemos terminado siendo mejores seres humanos y así Cuba ha dado al mundo la generación más desprendida de toda la historia humana. (…)

Y agregaba:”Nunca me pareció más vivo el verde olivo que la noche en que lo vestí antes de desembarcar a Cabinda, a diez años de tu caída, y a sólo millas del lugar en que uniste para siempre tu suerte a la de nuestros hermanos del África. Casi estuvimos de nuevo a punto de darnos las manos” (…).

 

¿Qué legó el Che a los cinco? El mensaje de René es diáfano:

 

“Nos legaste la advertencia de que “en el imperialismo no se puede confiar pero ni un tantico así”, y con ella en mente el deber nos señaló nuevamente el camino, esta vez hacia el corazón del imperio, donde con nueva saña y ante una regresión de la historia humana nuevos peligros se cernían sobre Cuba. Hoy la adversidad me ha puesto nuevamente a prueba y me he podido dar cuenta de cuantas cosas me había traído conmigo desde allá: Me traje el revés del Moncada y la riposta de “La Historia me Absolverá”. Me traje el Granma y el infortunio de Alegría de Pío, pero también el encuentro cargado de optimismo de Cinco Palmas. Me traje los sueños realizados y los por realizar, las satisfacciones y las insatisfacciones, las victorias   y los reveses, lo que aprendí y lo que enseñé, los afectos y los desafectos, los amores y los desamores, los acuerdos y los desacuerdos, los sabores y sinsabores. Me traje las mañanas de La Habana llenas de niños en uniforme con sus tropelajes, sus risas y sus cantos. Me traje los carnavales y los trabajos voluntarios y me traje, por supuesto, la fábrica de mi papá. (…) Y ante todo el espectáculo vergonzoso y patético de unos testaferros del imperio derrotados, desmoralizados y abatidos me pude percatar también de que; sujetándolo todo bien fuerte y como en un puño; como para que no quedara vivencia sin atar, ejemplo sin seguir y llamado sin escuchar...¡ME TRAJE TU APRETÓN DE MANOS…HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!”.

 

En la manigua redentora Maceo dio quizás la mayor lección de un pueblo que no se deja rendir ni comprar. Con su machete liberador, y la dignidad que tuvo su cúspide mayor en la Protesta de Baraguá, el Titán nos enseñó que la independencia y la libertad de un país no son negociables. Páginas que sin dudas, han calado bien alto en nuestros cinco héroes, quienes permanecen casi catorce años prisioneros injustamente en Estados Unidos, con sus frentes altas y su dignidad “tan alta como las palmas”.

En su alegato de defensa pronunciado en el año 2001, Antonio Guerrero decía: “Si se me pidiera una cooperación similar, volvería a hacerlo con honor. En este momento viene a mi mente con fuerza y pasión un fragmento de una carta que el general cubano Antonio Maceo, quien luchó por la independencia de Cuba en el siglo XIX, le escribió a un general español: "No hallaré motivos para haberme desligado para con la humanidad. No es pues una política de odio la mía, es una política de amor; no es una política exclusiva, es una política fundada en la moral humana."

Y desde su prisión, también Tony dedicó estas décimas a Maceo

Maceo vive presente,

se encuentra por dondequiera,

en la eterna primavera

de las montañas de Oriente

y en las calles de Occidente

llenas de nuevas conquistas;

en el cubano optimista

que cumple con sus tareas;

en la Batalla de Ideas

de la Patria Socialista.

Su Baraguá nos alista,

nos guía y sirve de rienda

en la épica contienda

contra el odio imperialista.

Su Baraguá nos da vista

hacia un porvenir mejor,

en donde ofrenda y honor

de este pueblo irreductible

harán que sea posible

un mundo de paz y amor.

Este mes, cuando rendimos tributo a dos grandes hombres que unió el destino en su fecha de nacimiento (Maceo, el 14 de junio de 1845, en el Oriente Cubano y el Che el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina), no debemos olvidar que personalidades de esa inmensa estatura ayudaron a conformar la simiente de una Patria que engendró hombres como los cinco héroes cubanos, luchadores por la paz, que llevan su sangre la estirpe mambisa y guerrillera de una isla irredenta.

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