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Científicos cubanos: mientras un hijo espera

Científicos cubanos: mientras un hijo espera

Pasan por nuestro lado, comparten nuestras mismas carencias y nuestros sueños de construir un país mejor.

Tienen familias, hijas, hijos, esposas o esposos, padres. Familias que esperan muchas veces por las horas en que ellas o ellos llegan al hogar, o por el anhelado domingo en que, quizás, puedan compartir, sólo si no existe una investigación impostergable.

Quieren una Cuba mejor, y por eso los sueños son intranquilos, porque saben que pueden hacer más, y que en un laboratorio, un taller, una institución médica, un barrio, un aula,  pueden encontrar la solución de un problema que hace mucho tiempo agobia a la sociedad.

Descubren vacunas,  y después de muchos años pueden explicarle a su hijo adolescente que los años aquellos en que quedaron esperando en la puerta de la casa y el sueño los venció, mientras mamá o papá no estaban en el hogar, no fueron años perdidos ni de abandono. Fueron años intensos en que un descubrimiento a punto de salir a la luz pública, podía salvar a miles, a millones de seres humanos. Y entonces sí, con más canas, y con las arrugas del paso del tiempo, pueden abrazarse y explicarles que valió la pena el sacrificio.

Caminan por los campos, buscando especies más resistentes que garanticen la alimentación de hoy y de mañana. Se preocupan por la salvación de la naturaleza, de los mares, de los ríos, los bosques, las plantas y los animales.

 

 

 

Mientras hay catástrofes naturales no duermen, y si un huracán amenaza, aprecio sus ojos cansados, muy cansados, frente a una computadora, siguiendo paso a paso el fenómeno meteorológico para advertir a la población y para que los daños sean mínimos.

Son personas como usted y como yo, que tal vez ahora mismo estén pensando en la investigación que necesita aquella empresa para que sus producciones sean más limpias, o aquella otra entidad que requiere ser más eficiente.

Y se molestan si un trabajo queda engavetado. Y discuten mucho cuando encuentran obstáculos en el camino y algunos no los entienden, o no quieren aplicar lo que está demostrado, porque siempre lo novedoso tiene barreras que hay que sortear.

Son ellas y ellos. Las científicas y científicos cubanos, esos que, así, sencillamente, y casi de manera anónima, no descansan y quizás, en este instante, haya algún hijo esperando en la puerta de una casa,  sin saber que su padre o su madre están pensando en el futuro, mientras comparten nuestras mismas carencias y nuestros sueños de construir un país mejor.

 

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