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Barbados en la memoria

Barbados en la memoria

“Eso es peor, pégate al agua, Fello, pégate al agua”. Las palabras del copiloto del copiloto Miguel Espinosa anuncian un momento terrible. Con un alto sentido de responsabilidad humana, Wilfredo Pérez, (Fello), el capitán de la nave maniobra,  hace girar la aeronave hacia un lado, con lo cual evita que caiga sobre la playa cercana. Desde áreas cercanas a las costas de Barbados, varias personas presencian horrorizadas cómo el avión cae al mar.

Los recuerdos de lo que sucedió aquel 6 de octubre todavía resuenan como un dedo acusador contra los asesinos.

La voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación, que costó la vida a 73 personas inocentes fue una de las páginas más dolorosas de una escalada terrorista contra Cuba, organizada por grupos cubano-americanos, financiados  por Gobiernos de Estados Unidos, para subvertir el proyecto social erigido en la isla desde 1959.

Luego de más de tres décadas de aquel suceso,  los familiares todavía lloran, y esperan la justicia.

Estremece escuchar testimonios de madres, padres, esposas y esposos, hermanas y hermanos de aquellas víctimas, quienes narran cómo les fue truncada su vida por el terrible asesinato.

“Imagino aquel momento de desesperación”. “Me hubiera gustado que conociera a sus nietas, hubiera sido un abuelo magnífico”. “Siempre he soñado, imaginariamente, que podría encontrarlo en una isla, es una pesadilla que me persigue”. “Yo no quiero que otros niños de cinco años se queden sin la alegría de abrazar a su padre”, son algunas de las frases que se escuchan aún en boca de estos familiares que lloran aún la muerte de sus seres queridos.

En el entierro de las víctimas, Fidel No habló de odio, habló de justicia. Todavía se recuerda aquella frase histórica pronunciada por el líder de la Revolución Cubana: “cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla”.

El terrorismo le ha costado a Cuba más de 3 Mil víctimas en todos estos años: niños inocentes muertos por introducción de enfermedades como el dengue hemorrágico, ataques de lanchas piratas a pueblos pesqueros, plagas que han arrasado los cultivos. Bombas, sabotajes, intentos de asesinato a los máximos líderes de la revolución, vidas segadas en plena flor. En la década del 90 al 2000 se incrementó esta escalada de terror, con explosivos en la red hotelera de la isla. El joven italiano Fabio Di Celmo murió, a decir de sus asesinos, por estar en el momento y el lugar equivocados. Giustino, su padre, aún reclama justicia.

Los autores de aquellos crímenes, entretanto,  confiesan sus fechorías. Orlando Bosh y Luis Posada Carriles se pasean libres por las calles de Miami, y aseguran que volverían a  hacer lo mismo.

Y mientras la impunidad se enseñorea, cinco cubanos dignos permanecen doce años tras las rejas en cárceles norteamericanas por infiltrarse en esos grupos terroristas e impedir la muerte de hijas e hijos de su pueblo y del propio pueblo norteamericano.

El hecho de que los autores de tantos crímenes no hayan sido juzgados, es una prueba más del doble rasero del gobierno norteamericano en su autotitulada lucha contra el terrorismo, ha expresado el Presidente del Parlamento cubano Ricardo Alarcón.

Cuba no pide venganza. Cuba pide justicia. Así lo demuestran las palabras de Carlos Cremata, hijo de una de las víctimas de Barbados.

Cremata, hoy Director de la Compañía Infantil La Colmenita, un proyecto artístico con profundas raíces humanistas, repite una y otra vez junto a sus pequeños niños artistas una frase que lo ha guiado durante toda su existencia : Viva la Vida.

 “Viva la vida”, repetimos los cubanos que seguimos clamando justicia y soñando con un mundo mejor donde reinen el amor y la esperanza.

 

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