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Alta tensión: veinte años de un programa radial de alto voltaje en la radio villaclareña

Alta tensión: veinte años de un programa  radial de alto voltaje en la radio villaclareña

 

 

Enero de 1994. Esta CMHW inició el año con un novedoso  programa que paulatinamente, y gracias al talento de sus creadores, ganó prestigio y el reconocimiento del mayor juez: el pueblo.

Jóvenes periodistas, deseosos de traer propuestas diferentes al medio, y un director que abrazó la idea, fueron los  padres de Alta tensión, un programa que desde su nacimiento se autocatalogó de esta forma: un programa de guerra declarada a los esquemas en la difusión radial.

Nacía así Alta tensión, provocando ideas, críticas, reflexiones, criterios compartidos o diferentes, polémicas, interpretaciones de sabios oyentes que aprendieron también a convertirse en el principal protagonista del espacio.

Fue en pleno período especial, cuando muchos en el mundo apostaban por el fin del proyecto social revolucionario cubano, la etapa en que surgió este espacio, en el centro de Cuba ofreciendo la oportunidad a los villaclareños de mirar desde la radio, su realidad, reflexionar sobre ella, permanecer inconformes ante respuestas ilógicas. Y también convertirse en entes activos para hallar, entre todas y todos, las soluciones para defender así también su país.

Radio participativa que ha marcado pautas y maneras de hacer radio en el país.

Alta tensión comenzó a escucharse y ganar premios en los Festivales Nacionales de la Radio y otros concursos. Se llevó a talleres e intercambios de experiencias de radialistas, f ue escuchado en las universidades por los estudiantes de las carreras de periodismo y Comunicación Social.

Su director Jorge Gómez y sus periodistas Abel Falcón y Xiomara Rodríguez vistieron de largo como profesionales, y me atrevería a decir que crecieron como seres humanos en este ir y venir y tocar piel adentro, los asuntos más complejos de la provincia y del país, en este diálogo de cada sábado con el pueblo y con los dirigentes, unas veces más comprensivos y otras veces más reacios a sentarse ante un micrófono cara a cara ante la opinión pública.

Enfrentaron barreras e incomprensiones, que tampoco han faltado en estos veinte años. Polemistas, certeros soldados de la palabra, periodistas que marcaron un camino en el periodismo revolucionario cubano.

Nervios, estrés, discusiones, largas horas de preparación para adentrarse en temas escabrosos: ese ha sido el espíritu de este colectivo, que contra viento y  marea, cada sábado a las cuatro de la tarde, surca el éter del centro de Cuba,  para llegar a una construcción de la realidad diferente, donde cada criterio es válido, donde la palabra del otro es escuchada, donde ninguna pregunta se queda sin respuesta.

Hoy me atrevo a decir que nuestros medios en la Cuba de estos tiempos fueron antes y después de un programa como Alta tensión.

Ahí está el éxito de este programa que sube el voltaje cada semana: la eterna entrega del colectivo y la fidelidad de las villaclareñas y los villaclareños, que permanecen alertas ante esos asuntos sensibles que salen a la palestra pública sin medias tintas y sin secretismos.

Ahí está el misterio de permanecer dos décadas en el aire, y ahí está el premio mayor para estos colegas, el cariño y respeto de un pueblo que semana tras semana, busca el centro del dial para provocar ese estruendo sonoro que nos ha permitido ser una mejor provincia, un mejor país y sin dudas, mejores seres humanos.

 

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