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Vilma, la evocación perenne

Vilma, la evocación perenne

La última vez que tuve frente a mí a Vilma Espín fue aquí, en la Plaza de la Revolución Ernesto Che Guevara.

Vino a la celebración por un aniversario de la Federación de Mujeres Cubanas en Santa Clara, y aunque su salud se veía quebrantada, con un andar más lento y la voz más pausada, mantenía la vitalidad y la energía interior que irradiaba donde quiera que estuviera.

Vilma hablaba con esa mezcla de firmeza y ternura que ella pudo lograr, una dulzura que contagiaba a todas las personas que dirigía, y  a quienes arrastraba al cumplimiento de tareas muy difíciles.

Vilma era y es la Federación de Mujeres Cubanas. Y es amor.

Tuve la posibilidad de compartir con ella, en la Habana, durante otras actividades que me estremecieron: aniversarios de Círculos infantiles, Días del Miliciano, celebraciones del Día Internacional de la Mujer, sesiones de la Asamblea Nacional.

La vi hablar, enérgica, en el Parlamento Cubano, defendiendo ideas  en nombre de las mujeres, que es decir también en nombre de todas y todos los cubanos, en nombre de la Patria. No hubo ley que se aprobara donde no estuviera su mano.

El derecho al trabajo, la maternidad y la paternidad responsables, igualdad y equidad de género, Código de familia, compartir y No ayudar… Fueron ideas muy renovadoras que enarboló y con las cuales contribuyó a construir una sociedad más abierta, de futuro…La atención a las familias con desventaja social, las casas de niñas y niños sin amparo familiar, la Comisión de Prevención Social, para atender directamente a los que equivocaron el camino y en quienes siempre confió para su reinserción  a esta isla que es de todas y de todos, fueron misiones que asumió con una pasión tan inmensa que todavía se siente su presencia, con ese sello tan personal que le imprimió a todo lo que hizo.

Vilma era una de las mujeres más maternales que he conocido, y no sólo porque cuando hablaba o compartía con sus hijas, hijos y nietos, se le veía radiante, sino porque cada vez que se acercaba a una muchacha o a un joven, a una niña o un niño, desbordaba toda su ternura, sus enseñanzas.

Vilma era la modestia devenida mujer.

Jamás la vi aprovechando su historia para creerse por encima de los demás. Su forma de conducirse en la vida, y hasta de criticar lo mal hecho con severidad, pero con dulzura,  son lecciones que no debemos de olvidar en estos tiempos difíciles…

Hace unos días, una villaclareña  que fue dirigente de la FMC me dijo que su paradigma fue Vilma. Imagino ahora mismo cuantas personas podrán decir lo mismo.

Con unos colegas visité el Mausoleo erigido a los integrantes del Segundo Frente…Allí, en un lugar tan sencillo como su vida, está el lugar donde reposa Vilma Espín para siempre. Pero hoy no quiero hablar de despedida. Hoy, cuando Vilma cumple 80 años, quiero dedicar una flor a esa mujer que fue Alicia, Mónica, Deborah, o la Mariela de la clandestinidad, y que siempre nos enseñó que la vida trasciende cuando se hace una obra buena…

 

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