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¿Dónde están los verdaderos terroristas?

¿Dónde están los verdaderos terroristas?

La renovada acusación de la Administración norteamericana contra la isla de incluir a Cuba en la lista de los países patrocinadores del terrorismo en el mundo vuelve a indignar a las personas de bien del mundo.

 

Quienes conocen la realidad cubana conocen muy bien que esa farsa está cargada de injusticia y de odio contra una isla que hoy se erige como paladín de las causas más nobles, y de una ética humanista poco practicada en un mundo unipolar donde priman la avaricia y la desesperanza.

 

“Cuba lleva a otras tierras mensajeros de la salud y la educación”, me dijo una joven estudiante de la Escuela Secundaria Básica “fe del Valle”, y recuerdo que el nombre de ese centro educacional santaclareño, en el centro de la Mayor de las Antillas rinde tributo a la memoria de una trabajadora que falleció a causa de un acto terrorista perpetrado en los primeros años de la Revolución en un centro comercial de la Ciudad de la Habana, llamado “El Encanto”.

 

Fe del valle murió víctima de las llamas de un incendio ocasionado premeditadamente en esa tienda de la capital del país.

 

Fue una de las tantas acciones criminales que ha sufrido este pueblo a lo largo de más de cinco décadas, sólo por defender su soberanía y libertad.

 

Busco en mis archivos sonoros y el dolor retorna como un testimonio revelador de quienes aún, con lágrimas en los ojos, nos recuerdan quiénes son los verdaderos terroristas.

 

Hace exactamente tres años, en la Ciudad de Holguín, entrevisté a Giustino Di Celmo, padre de Fabio, el joven turista italiano quien perdió la vida en el Hotel habanero Copacabana, a causa de un artefacto explosivo colocado en ese centro, otra acción terrorista alentada desde los Estados Unidos.

 

Cuando a Cuba se le acusa de alentar estos actos criminales y violentos, reviso grabaciones que guardo como verdaderos testimonios del odio y el desamor.

 

No puedo dejar de estremecerme cuando escucho el llanto de un grupo de familiares de las víctimas de Barbados,  asesinados en plena flor de la vida en un sabotaje perpetrado a un avión civil cubano en el año 1976 , y donde perdieron la vida 73 personas civiles, inocentes.

 

“Nuestra vida nunca f ue igual”. “No pude tener a mi padre el día de mi boda, ni cuando nacieron mis hijas, no lo he tenido en los momentos más importantes de mi vida”, “Mi abuelo falleció porque no pudo soportar tanto dolor”, escucho a otra de las hijas de los muertos.

 

 “Yo cargué el ataúd, pero sabía que los restos de mi padre estaban en el fondo del mar”, dice otro de los descendientes de una de las víctimas de Barbados.

 

“En mi imaginación lo veo en una isla, porque no puedo imaginarlo muerto”. Expresa otra de las familiares, quien añade “Dios mío, lloro cada día cuando cierro los ojos y visualizo lo que pasaron esos minutos en que sabía que iban a morir”.

 

Los familiares de tantas víctimas cubanas de actos terroristas todavía esperan justicia. Los criminales, como Luis Posada Carriles y orlando Boch andan libres por las calles de Miami y cínicamente se vanaglorian de lo que hicieron.

 

No han sido condenados. Luego de escuchar tantos testimonios, y de leer en la prensa la nota del MINREX,  retorna una pregunta: ¿Dónde están los verdaderos terroristas?

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