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12 de septiembre: el día que apresaron a los cinco

12 de septiembre: el día que apresaron a los cinco

El 12 de septiembre de 1998 quedará inscrito, ineludiblemente como una fecha gris para la historia de la humanidad,  y como un hecho que mancha de lodo a la justicia norteamericana.

Ese día un grupo de luchadores antiterroristas cubanos fueron detenidos en Estados Unidos, en plena madrugada, como vulgares y peligrosos asesinos. Al amanecer, la prensa ya los acusaba: “Detenidos Espías Cubanos”.

Vendría el tiempo del silencio, el juicio en la misma ciudad de Miami, donde los enemigos de la Revolución Cubana se ensañaban hasta límites inconcebibles con estas personas que jamás hicieron daño a la seguridad nacional estadounidense. Vendrían entonces, las razones y las verdades que nadie quiso oír, al menos en los altos círculos del poder y la justicia de ese país.

La suerte estaba echada. Comenzaría así un largo y tortuoso camino de manipulaciones políticas, contradicciones jurídicas, apelaciones y argumentos nunca escuchados.

El grupo de los cinco dejó de ser solo un asunto político de relaciones entre dos naciones. Pronto pasó a ser un caso que conmovió a las personas buenas del planeta, quienes, de inmediato, comprendieron la única razón, la única verdad de estas maquinaciones que condenaron a cinco personas inocentes a largas penas: un pueblo tiene derecho a defenderse y a proteger la vida de sus ciudadanos.

Gracias a la presión y la solidaridad internacional, y el respaldo de organismos mundiales, de Premios Nobel, de Parlamentos, de personalidades, vendrían los procesos de resentencia, que redujeron las condenas de Ramón, Antonio y Fernando, pero la injusticia se mantiene intacta. Tres de los cinco-Ramón, Gerardo y Antonio- siguen tras las rejas. En el caso de Gerardo Hernández, aún se mantiene la inconcebible venganza de dos cadenas perpetuas más quince años de privación de libertad, como si alguien pudiera vivir dos vidas y tres lustros.

Los cinco cubanos dejaron de ser personas desconocidas y se convirtieron en héroes, no solo porque se infiltraron dentro de los grupos terroristas radicados en Miami, e impidieron, con su labor, las muertes de muchas personas inocentes, sino además, por su actitud siempre digna, sus frentes altas, su convicción de no ceder ni un ápice a pesar del dolor, su decisión de no dejar quebrantar su voluntad y entereza, a pesar de las propuestas de traición que les hicieron, del padecimiento de sus familias, de la nostalgia de la patria, de los castigos, del tiempo prolongado en “el hueco”, del ensañamiento en sus personas, que es la muestra de que el enemigo no perdona la hidalguía de este pueblo.

Ricardo Alarcón, una de las personas que más ha seguido el caso durante todos estos años, y un batallador  internacional por la causa, ha definido la grandeza de estos hombres y los ha calificado como “de lo mejor de la estirpe del pueblo cubano”.

Quien fuera Presidente del Parlamento Cubano ha declarado que los cinco son paradigmas “por su lucha abnegada contra el terrorismo, porque si no pueden estar con sus amores, si continúan  encarcelados, es por el amor que ellos le han dado a este pueblo”.

Después de 16 años, la ola de solidaridad nacional e internacional con el caso ha ido creciendo, lo demuestran ahora mismo la Jornada en Washington, los miles de correos y mensajes a Obama, las marchas en muchas naciones, los plantones frente a las embajadas norteamericanas, el X Coloquio internacional en la Habana, entre otras actividades.

Entretanto, el  Gobierno Norteamericano se niega a firmar la libertad de los tres luchadores que aún permanecen encerrados injustamente en prisiones de ese país.

Fernando y René están en la Patria, luego de cumplir sus condenas, pero aseguran  que no serán completamente libres hasta ver regresar a sus hermanos. Las familias siguen sufriendo por esta sinrazón que ha convertido el juicio de los cinco en el más largo de la historia judicial norteamericana. Ellos se han convertido en estandartes de la dignidad y en soldados de una batalla que ya ha ganado muchos amigos en todas las latitudes. Ambos han reafirmado esa convicción desde su llegada a esta isla de luz y esperanza.

“Tenemos que recordar que cada año, cada día, cada minuto  que pasen en prisión es un crimen contra ellos y contra Cuba”, ha reiterado René, mientras que Fernando, el día que pisó suelo patrio, en el propio Aeropuerto Internacional José Martí, a su regreso dijo :”la felicidad es inmensa, pero le falta un pedazo, el pedazo que está reservado para cuando en este mismo lugar estén Gerardo, Ramón y Tony, ese día la felicidad será completa”

Este 12 de septiembre crece una voz mundial que ya nadie podrá callar, una voz que retumba en todos los escenarios, una voz que trae la verdad y la justicia, una voz al que se suman políticos, artistas, gobernantes, escritores, académicos, Premios Nobel, jóvenes de todos los países, juristas, intelectuales, personas nobles de cualquier nación: ¡16 años es demasiado tiempo, ni un minuto más!.

 

 

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