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El Derecho: una profesión ligada a la historia de Cuba

El Derecho: una profesión ligada a la historia de Cuba

Cuando acabamos de celebrar el Día del Trabajador Jurídico en Cuba, es válido repasar las páginas de la historia de esta isla. Sin dudas, grandes figuras que han escrito páginas gloriosas de nuestra Patria escogieron la Profesión de Derecho, quizás porque la justicia ha estado siempre entre los sentimientos más enraizados de la cubanía.

El Día del trabajador del sector se instituyó el 8 de junio, en homenaje a un gran patriota independentista, el Mayor Ignacio Agramonte y Loynaz, nacido en Camagüey en 1841 y muerto en combate por la libertad de Cuba en 1873.

Agramante redactó la primera Constitución cubana y el 8 de junio de 1865 defendió su Tesis de Grado para titularse como Licenciado en Derecho Civil y Canónico en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

Su padre, el Licenciado Regidor Ignacio Agramonte y Sánchez-Pereira tuvo uno de los mejores bufetes con mucho prestigio profesional en el Camagüey legendario, y quizás fue quien incentivó en su hijo el amor a esa profesión. Otros miembros de la familia Agramante apostaron por la Abogacía.

Luego de cursar sus primeros estudios en La Habana y Barcelona, España, Agramonte, de regreso a Cuba, matricula Derecho en la Universidad de La Habana donde se gradúa primero como Licenciado en Derecho Civil y Canónico, en junio de 1865, y obtiene el Doctorado en 1867.

Sin dudas, la jurisprudencia le dio las armas del conocimiento para entender que la lucha por la justicia en Cuba debía comenzar por la libertad de esta isla y su emancipación  de la metrópoli española. A ello consagró su vida el “diamante con alma de beso”, como lo calificara José Martí.

El Presidente de la República de Cuba en Armas, Carlos Manuel de Céspedes, el 8 de julio de 1873 lo denominó "Heroico hijo". Mientras, el doctor Félix Figueredo Díaz, brigadier y jefe de sanidad del ejército oriental lo nombró, el 23 de julio de 1873, "ídolo de los camagüeyanos", y el Generalísimo Máximo Gómez Báez, admitió que Agramonte estaba llamado a ser el "Futuro Sucre cubano".

Y junto a las dotes revolucionarias que identificaron a ese camagüeyano hermoso y valiente, el destacado periodista camagüeyano Ricardo Correoso y Miranda publica en el periódico “El Machete" un artículo dedicado a honrarlo, donde lo designó "Ilustre abogado".

 

CESPEDES: OTRO ABOGADO DE LA REVOLUCION

El domingo 18 de abril de 1819, en la villa de San Salvador de Bayamo, perteneciente a la provincia cubana de Oriente, abrió los ojos al mundo Carlos Manuel Perfecto del Carmen Céspedes y del Castillo. Nacido en hogar de abolengo, típico de los adinerados terratenientes del Valle del Cauto, el niño es criado con todos los beneficios y comodidades,  propios de su alcurnia.

En su juventud, también Céspedes optó por la carrera de Derecho. El 22 de marzo de 1838 obtiene el grado de Bachiller en Derecho Civil en la Real y Pontificia Universidad de La Habana. Era el grado menor del Derecho en la época, con el cual no podía ejercerse la abogacía en Cuba. Sus próximas metas docentes se centraban, entonces, en obtener la Licenciatura.

En España concluye sus estudios y con el título de Abogado del Reino, como se le decía entonces, recorre diversos países europeos, donde comienza a entender la trascendencia de la palabra libertad.

A su regreso a Cuba en 1844, ya es un joven con sentimientos de patria, independencia y renovación. Se radica en Manzanillo, dedicado a su labor como abogado, y aumenta su clientela en su bufete por el prestigio adquirido en el profundo conocimiento de su profesión, su vasta cultura, su carácter afable y cortesía en el trato con la gente.

El 10 de octubre Céspedes da la libertad a sus esclavos y las campanas del ingenio la Demajagua, repican para llamar a los cubanos a la redención. Así este abogado cubano entró a la inmortalidad, cuando lanza ante el mundo el grito de ¡Viva Cuba Libre!

SIGLO XX: MELLA Y VILLENA: APOSTANDO POR LA JUSTICIA

Líderes jóvenes que en pleno siglo XX soñaron con una Cuba realmente libre, apostaron por estudiar la carrera de Derecho. Entre ellos, el revolucionario Julio Antonio Mella, cofundador del Partido Comunista de Cuba y de la Federación Estudiantil Universitaria, entre numerosas organizaciones, y quien devino  líder de talla internacional.

Nieto del general Ramón Matías Mella, prócer de la independencia del pueblo dominicano, e hijo de Nicanor Mella Breá, y de la joven inglesa Cecilia Magdalena Mac Pórtland y Diez, Mella comprendió muy temprano los males que acarreaba el imperialismo, y contra los desmanes  e injusticias de ese sistema ofrendó lo mejor de su vida en flor.

En una de las crónicas escritas en México, el joven escribió:

"Los pueblos hermanos (…) son hoy presas de un águila estrellada. ¿Por qué razón? ¿Por qué justicia? Por ninguna (...) Ver unidas a las repúblicas hispanoamericanas para verlas fuertes, dominadoras y servidoras de la libertad, diosa. He aquí mi ideal".

Quizás por ese sueño y ansias de justicia, matriculó Julio Antonio Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de La Habana, donde deviene guía y paradigma del estudiantado cubano, defensor también de la renovación y reformas en ese sistema de enseñanza.

“…la Universidad Moderna-escribió Mella- debe influir de manera directa en la vida social, debe señalar las rutas del progreso, debe ocasionar por medio de la acción ese Progreso entre los individuos, debe por medio de sus profesores arrancar los misterios de la ciencia y exponerlos al conocimiento de los humanos”.

También Rubén Martínez Villena fue uno de los más importantes intelectuales de su generación. Artífice de la revolución del 30, que derrocó la tiranía del dictador Gerardo Machado, este joven de verbo encendido, rebelde contra la ignominia, y fiel a su país y a su generación, consagró su vida a la justicia.

Como una premonición, y cuando Villena tenía solo tres años, en un viaje en tren, el Generalísimo Máximo Gómez conoce al niño, e  impresionado ante la mirada del pequeño le anuncia:

“Tu vida tendrá luz plena de mediodía”. Y así fue.

En 1916 Rubén se gradúa de Bachiller en Ciencias y Letras y en septiembre del mismo año matricula en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana.

En 1922 se gradúa de Doctor en Derecho Civil y Público con excelentes resultados, y comienza a trabajar en el bufete del sabio y antropólogo cubano Fernando Ortiz. Con él se nutrió de ideas revolucionarias y de progreso, madura sus ideas antiimperialistas y entra en contacto con otros jóvenes y personalidades de la época como Pablo de la Torriente Brau y Emilio Roig de Leuschering.

¿Qué hizo a estos jóvenes escoger la carrera de Derecho? Indudablemente, nutrirse de conocimientos imprescindibles que les servirían más adelante para comprender las razones de un país que necesitaba transformar su realidad.

JOSE MARTI Y FIDEL CASTRO: EL DERECHO COMO SACERDOCIO

José Martí, el más universal de los cubanos, se graduó el 30 de junio 1874, de Licenciado en Derecho Civil y Canónico.

Posteriormente,  matricula en la Facultad de Filosofía y Letras, examinando todas las asignaturas entre finales de septiembre y octubre. El 24 de octubre de este año, alcanza el grado de Licenciado en Filosofía y Letras. Durante toda su vida corta y prolífera, consagrada a “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”, Martí entendió la justicia como algo consustancial al ser humano, para vivir en paz y armonía.

“Las palmas son novias que esperan: ¡Y hemos de poner la justicia tan alta como las palmas!”, escribió el Maestro Mayor, y su caída en  la manigua, en Dos Ríos, de cara al Sol, como él mismo había añorado, es quizás el símbolo mayor de un hombre que entendió la justicia como la razón de su vida.

El 27 de septiembre de 1945, avalado por su condición de bachiller en letras, obtenida en el Colegio de los padres Jesuitas de Belén, en La Habana, llegó el mejor discípulo de Martí, Fidel Castro, a la Universidad de La Habana, como aspirante a los títulos de Doctor en Derecho y Contador Público.

Llegaba con una valoración que auguraba su futuro: “Cursará la carrera de Derecho y no dudaremos que llenará con páginas brillantes el libro de su vida, Fidel tiene madera y no faltará el artista”.

Se convirtió en un brillante abogado, y ejerció para siempre  una vocación que comenzó a forjarse en las aulas universitarias y se transformó en el sentido de su existencia: la de revolucionario convencido.

El líder de la Revolución cubana se graduó como Doctor en Derecho Civil y Licenciado en Derecho diplomático. Pero su título mayor es el de defensor de las causas nobles y justas, esas que hoy siguen enarbolando millones de personas que sueñan con un mundo mejor y posible. La justicia, la verdad, el amor, la ética han guiado la vida de este abogado de las ideas más nobles del planeta. Por eso retomamos una de sus frases, a las cuales ha entregado y sigue entregando lo mejor de su vida: “Esta humanidad tiene ansias de justicia”

 

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