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Ramón Labañino Salazar: los 49 años de un militar del silencio

Ramón Labañino Salazar: los 49 años de un militar del silencio

Ramón Labañino Salazar celebra este 9 de junio sus 49 años, con la certeza de que un día la justicia podrá hacerse realidad. Cada día este gigante de cuerpo y de alma enfrenta el dolor y la nostalgia de su patria, de sus seres queridos, de su pueblo, de la querida isla que lo vio nacer.

Ramón afronta el sufrimiento de una separación  injusta. Aunque permanece hace casi 14 años tras las rejas, este tiempo en prisión, confiesa, lo ha convertido en mejor ser humano, porque conoce de la solidaridad, del amor entre los seres humanos, de la reciprocidad de la ternura.

Está a punto de llegar a las cinco décadas de vida, y ya las marcas del tiempo estén en su físico, pero Ramón sigue siendo joven de ideas, de espíritu y es capaz de ofrecer afecto hasta en las condiciones más extremas que el destino le ha impuesto.

Considera que fue un niño y un joven feliz. Se hizo economista, graduado con Diploma de Oro. Su madre, Nereyda Salazar, ya fallecida, quería que él fuera médico, o añoraba quizás, verlo vestido de militar.

“Nunca pude decirle a mi mamá, que desde muy temprana edad yo estaba cumpliendo también sus sueños: «yo era militar del silencio», sin el uniforme cotidiano, de esos que por menesteres de misiones importantes, deben guardar a buen recaudo su identidad para cumplir con las tareas de la patria”.

Ha confesado que lo marcó para siempre el atentado al avión de Barbados, hecho que lo comprometió, como expresara, “a servir en bien de evitar tales atrocidades, y darle un poco de seguridad y tranquilidad a nuestros pueblos y tantos seres humanos en el planeta”.

Ama el deporte, y prefiere en la literatura a José Martí y a Gabriel García Márquez; se declara el mismo romántico, guerrero y soñador de siempre y un poeta de la vida. Escribe versos, en los que habla de gaviotas blancas que echan a volar, y donde irradia su alma noble y pura, con poemas a la madre que no está, al Che,  y en especial a sus “mujeres del alma”: sus hijas Ailí, Lizbeth, Laura y a su esposa Elizabeth, a la que califica de “mi fuerza, mi energía, mi  inspiración, mi amor y mi amante, mi Penélope soñada, mi amiga y fiel compañera, mi idilio y mi promesa”.

Ramón Labañino cumple una condena indigna de 30 años de prisión por impedir la muerte de las hijas e hijos de su pueblo y de otras naciones. Por esa causa justa sabe que celebra este cumpleaños 49 más acompañado que nunca, con la convicción de que seguirá como el mismo hombre que soñó una vez su madre ver vestido de militar de la patria.

Quizás en ese ser que no pudo saber del altruismo y entrega de su hijo, devenido militar del silencio, pensaba Ramón cuando pronunció su Alegato de Defensa en el año 2011:

“¡Si por evitar la muerte de seres humanos inocentes, si por defender a nuestros dos países del terrorismo, y evitar una invasión inútil a Cuba es por lo que se me condena hoy, pues bienvenida sea!

¡Llevaré el uniforme de recluso con el mismo honor y orgullo con que un soldado lleva sus más preciadas insignias!”.

 

 

 

 

 

 

 

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