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Vilma, por siempre

Vilma, por siempre

Vilma estará en cada batalla, en cada victoria, en la sonrisa infantil, en cada joven que construye ahora mismo el futuro. Con esa convicción, mujeres y hombres de todas las edades se reunieron en el Salón Eco de la ciudad de Santa Clara, para celebrar el cumpleaños 81 de quien es, para siempre, la eterna Presidenta de la FMC.

 

Fundadoras de la organización, de los Círculos Infantiles que ella contribuyó a crear hace 50 años, las campesinas que fueron a estudiar y se convirtieron en las Anitas, educadoras y educadores, pioneras, pioneros, muchachas que siguen el legado, todas celebraron el natalicio de la combatiente clandestina, la guerrillera, la constructora de la sociedad nueva, la mujer de la sonrisa dulce.

Allí estaban, entre tantas féminas-historia, Zoraida Lugo Oramas y Francisca Melba Gómez Martínez.

Para ellas, la sonrisa de Vilma nos acompañará siempre.

“Vilma era sencilla, honesta, noble, conversaba con nosotras, se preocupaba por todo, por prepararnos, porque escaláramos en la sociedad. Somos hijas de Vilma, se puede decir así, porque ella nos hizo nacer a una vida diferente. Nos dio prestigio a las cubanas, nos hizo ganar reconocimiento en el mundo entero”, afirma Zoraida.

Francisca Melba la recuerda como la mujer más dulce que jamás haya conocido jamás.

“Cuando fundamos la Federación e íbamos a las reuniones y encuentros con ella, se preocupaba por todas, sabía de dónde éramos, cómo estaban nuestras familias. Fue muy unida a nosotras,   jamás la vimos como la Presidenta que nos miraba por encima de los hombros. En eso radicaba su mayor virtud: la sencillez, el amor. Vilma sembró una semillita que prendió en nosotras y ha fructificado”.

Semilla que germinó en todas las cubanas, que hoy caminan más seguras de su futuro, gracias a la FMC.

Por eso en el encuentro se habló de ese ayer glorioso, y se habló también del presente y del futuro. El mayor regalo, quizás, fue disfrutar de danzas y ballet, escuchar canciones, poemas, canciones, en voces de jóvenes y niñas y niños de los círculos infantiles, quienes quisieron también dejar constancia de su amor.

“Yo soy un niño feliz, aunque sea así de chiquitico”, dijo un pequeño repentista de tres años de edad.

Vilma, por siempre Vilma, como tú yo quiero ser para luchar por mi patria y serle fiel a Fidel;  cantaba una niña muy segura del compromiso que entrañaba su verso.

Todas las mujeres te aman, por eso yo te tengo aquí, guardada en el corazón, recitaba otra pequeña, mientras las lágrimas, las risas, y los abrazos entre muchas generaciones daban la certeza de que Vilma, la del llano, la de la Sierra, la de una isla en Revolución, nos acompaña hoy en este cumpleaños, que semeja un canto al futuro.

Tal y como me afirmó, Francisca muy emocionada: “el amor nace, se reproduce y sigue creciendo, para hacerse eterno. Eso es lo que ha sucedido con nuestra querida Vilma Espín”. 

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