Blogia
Dalia

Abracadabra: otro canto por la vida

Abracadabra: otro canto por la vida

Cuando era una niña, escuchar la palabra Abracadabra significaba abrir las puertas de un sueño, era algo así como convertir lo imposible  en posible, viajar a la imaginación y romper cualquier barrera…Cuando se dice la palabra Abracadabra, las historias pueden terminar felices, porque los buenos sentimientos pueden convertir en milagro el barro.

Esa misma sensación de libertad y de dulzura experimenté cuando disfruté por la televisión la obra de teatro Abracadabra, con la actuación de la compañía infantil La Colmenita, dirigida por el Tin de todos los pequeños, el actor Carlos Alberto Cremata.

Las niñas y niños rompieron todos los cánones, y demostraron, una vez más, que la cultura puede transgredir paradigmas. Edificante la mirada a los cinco: hombres de carne y hueso, padres, hijos, esposos.

Enternece ver los videos familiares, donde ellos, jóvenes, disfrutaban de un baño de playa con su hija, o bailaban como buenos cubanos  en una fiesta de amigos, o ver a Tony abrazado por su madre Mirta, o a René con Ivette pequeñita.

Conmueve escuchar a los actores y actrices leer fragmentos de cartas enviadas por los cinco a sus hijos, o a los hijos que están por venir, o a los que nunca llegarán.

Toca las fibras más sensibles, cuando, lejos de todo discurso panfletario, se explica por qué los cinco cumplían sus misiones en Miami, infiltrados en grupos terroristas, y así evitar la muerte de sus conciudadanos.

De manera muy sencilla y con  lenguaje muy asequible,  se explica que, de acuerdo con la cantidad de víctimas del terrorismo en Cuba, en todas las comunidades hay una familia que llora por esos crímenes de lesa humanidad.

“Nosotros, los sobrevivientes, ¿a quién le debemos la sobrevida?, se interroga  una muchacha, a propósito de una frase del escritor latinoamericano Eduardo Galeano. Por supuesto, que todos sabemos la respuesta.

Las niñas y niños de la Colmenita parecen salidos de un libro de cuentos, y se convierten en pequeños príncipes, Peter Pan, o hadas madrinas, entonces, todos imaginan cómo rescatar a los cinco de sus prisiones, hasta que un pequeñín dice la clave: tenemos que unirnos, mientras que otra asegura que llegarán hasta Obama y tocarán su corazón.

Tenemos que explicar cómo se vive en el hueco de una prisión, cómo aman un árbol, cómo aman, cómo sueñan, repetían una vez más los integrantes de esa Colmenita encantada.

“Abracadabra” es el título de esta obra que rompió todos los mitos, porque, como dijo una joven, los cinco no son héroes de cartón, son reales, están junto a nosotros cada día, nos acompañan, y de seguro, volverán para ver a los hijos que están y los que nunca llegaron, para ver crecer los árboles, o caminar por su pueblo, y hasta para disfrutar de la actuación de pequeños príncipes y princesas que siempre gritarán una y otra vez Abracadabra  para convertir lo imposible  en posible, viajar a la imaginación y romper cualquier barrera. Y para terminar las historias felices, porque los sentimientos nobles, sobre todo si son infantiles pueden convertir en milagro el barro y abrir las puertas de los buenos sueños y de las esperanzas.

 

1 comentario

Karla -

Saludos Dalia, escribes con el perfume que lleva la flor que representa tu nombre, soy una cubana que también sufre por el encierro de esos Cinco compañeros que luchaban contra el terrorismo, gracias por hacerme saber de estas historias tan conmovedoras.