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Lucius, un hombre todo amor

Lucius, un hombre todo amor

“Conocí a un hombre todo amor, creo que me hizo mejor persona”. Así escribí en las redes sociales el pasado 28 de julio, luego de despedir, aquí en Santa Clara al reverendo Lucius Walker y a la Vigésimo Primera Caravana de la Amistad Estados Unidos-Cuba.

 

Hoy no puedo dejar de conmoverme con la triste noticia. Lucius nos dijo adiós, dejando tras de sí una estela de humanismo sin límites.

Fue justamente a fines del mes de julio, cuando el hombre de paz llegó a la ciudad del Che para compartir, en esta provincia central, la celebración del aniversario 57 de los ataques a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.

Casi una semana de recorrido con la delegación me acercaron a esa personalidad inmensa y sencilla, atributos difíciles de unificar en un ser humano.

Desbordaba cariño. El primer acercamiento a él fue su mirada. Porque sus ojos denotaban tanta ternura, que no hacía falta palabras para expresar todos los sentimientos del mundo: su humildad, el poder de análisis, tras breves declaraciones que lo decían todo en fracciones de minutos, su grandeza de espíritu.

A su llegada habló del Che, de Cuba, de los lazos de amor entre ambos pueblos:

“Estar en la ciudad del Che es un orgullo para quienes seguimos apostando por otro mundo posible. La Caravana tiene muchos jóvenes, quiero que vean con sus propios ojos la realidad de Cuba, esa realidad de la cual no hablan los grandes medios”, expresó entonces.

La Vigésimo Primera Caravana de la Amistad Estados Unidos-Cuba estuvo dedicada a la niñez. Aún conservo nítidas las imágenes del intercambio de Lucius y sus compañeros con los trabajadores del Proyecto Para una Sonrisa del Hospital Infantil José Luis Miranda, y con los pequeños en ese centro. Y con el colectivo y los infantes de una Casa de Niños sin Amparo familiar en Santa Clara. La alegría del amigo era inmensa.

“Esto es la Revolución-, repetía una y otra vez- “Tengo una sonrisa muy amplia. Creo que cada vez que vemos el esfuerzo que hacen los cubanos para proteger a su niñez, encontramos nuevos motivos para regresar a esta Isla”. Así declaró luego de este recorrido que, aseguró, lo había marcado para siempre a él y a sus amigos.

La despedida fue en la sede villaclareña del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Constituyó el colofón de una estancia de hermanos en una ciudad que vistió de lujo por esos días. Esa mañana del 28 de julio se festejó, por adelantado, su cumpleaños 80. Quizás haya sido de las últimas periodistas que pudo recoger tantos días de emoción, de solidaridad y de ternura.

“Ha sido un regocijo grande haber visitado Villa Clara, hicimos una buena elección al escoger esta provincia. Aquí hemos recibido calor de pueblo. Estoy seguro de que muchos caravanistas ya queremos regresar”, afirmaba a esta reportera muy emocionado.

Luego de dar cobertura al recorrido de la Caravana Estados Unidos-Cuba escribí en las redes sociales: “Conocí a un hombre todo amor, creo que me hizo mejor persona.”

Hoy, cuando sé que el reverendo Lucius Walker no está físicamente entre nosotros, una idea vuelve a mí: ese hombre bueno, amigo, hermano, siempre regresará a Cuba. En cada bandera que se alce por las causas nobles, en cada voz que se levante contra el bloqueo y a favor del regreso de los cinco, en cada abrazo que se funda entre los pueblos, en cada victoria de la razón y la verdad, allí estará ese Pastor que sembró amor y esperanzas.

 

 

  

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