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Somos mucho más que dos

Somos mucho más que dos

“Conocí a René en una playa habanera. Una pareja de amigos nos presentó, y enseguida me atrajo porque es un hombre apuesto, alto, luego cuando comenzamos a conversar comprendí que era lo que yo buscaba: sus sentimientos, su manera de pensar, su inteligencia. Lo que añora cualquier mujer para compañero de su vida”.

Así describe Olga Salanueva a René González, su esposo, uno de los cinco cubanos presos hoy injustamente en Estados Unidos por combatir contra el terrorismo.

Aquel primer encuentro fue el 17 de abril de 1983.

Como habían advertido los amigos que los presentaron, estaban hechos el uno para el otro. Había química entre ambos.

Exactamente un año después, se casaron y escogieron precisamente para su boda el 17 de abril, porque René es piloto, y porque esa fecha tiene un simbolismo muy grande: es el día de la Defensa Antiaérea y Fuerza Aérea Revolucionaria.

Un año después, fruto del amor nació Irmita, la primera hija.

Y luego vino una misión para él: marchar a Estados Unidos e infiltrarse en grupos terroristas enemigos para impedir la muerte. Y ante el deber, llegó la necesaria separación de la pareja, y la reunificación posterior en Miami. Y el nacimiento de Ivette en esa ciudad.

Cuando la pequeñita tenía cuatro meses y medio, René fue detenido.

Olga recuerda aquel momento como el más terrible de su vida.

“Yo sé lo que es allanar una casa, no respetar el llanto de una mujer, de dos niñas, no supe de él en varios días hasta que se presentó a corte. El ha confesado que ese es el instante más duro, porque fue cuando tuvo que tomar una decisión inmensa: o te arrancas todo lo que te ha atado, tu familia, tu amor, tus sueños, o encuentras justificaciones para traicionar. El decidió por sus principios, por eso ha sufrido los más duros castigos, el ensañamiento, la prohibición de que yo pueda visitarlo, aislamiento en la cárcel, presiones de todo tipo, pero no claudicó, no claudicamos”.

Comenzó así un largo proceso, una larga cadena de injusticias  y crueldades que hasta el día de hoy lo hacen permanecer tras las rejas. Olga también fue detenida por unos meses, para hacer flaquear la voluntad de René.  Desde el 2000, cuando fue deportada,  a ella se le impide ver a su esposo. Pero nada, sin embargo, la ha debilitado. Olga ha sorteado todos los obstáculos. Lucha, defiende el amor y la esperanza.

En cartas enviadas desde el lugar donde permanece confinado, él le ha escrito:

“Nosotros, mientras tanto, seguiremos siendo dueños de la risa, del optimismo, de la alegría de vivir  y de la satisfacción de  haber pasado por todo esto sin arrodillarnos, sin humillarnos, y sobre todo, sin amargarnos. Si acaso me faltara decirte algo sería el darte las gracias por tu amor, por tu apoyo y por haber estado a mi lado durante este tiempo dándome este aliento que todavía me acompaña y me acompañará por siempre.(…)A veces quisiera tener más tiempo e imaginación para desbordarte de cartas, poemas y mensajes. Me parece poco lo que te escribo para expresarte todo lo que has representado en mí en la última mitad de mi vida, pero me consuela saber que cada momento que hemos pasado juntos ha sido un momento para regocijarnos en nuestro amor y hacernos la vida feliz el uno al otro”.

Olga conserva cada carta  enviada por René desde la cárcel. Las que ella le remitió cuando estaba prisionera nunca llegaron a su destino. Pero las misivas de su amado son la mayor prueba de una historia de amor que se fortalece.

Como una sanción adicional, a ella se  le niega la visa para visitarlo en Estados Unidos. Por eso con dolor, confiesa que no tienen una foto de la familia: ellos dos, junto con Ivette e Irmita. Pero asegura  que espera el día del encuentro, sin odio, porque ese sentimiento malsano no ha podido destruir el amor.

“Sigo batallando, llevo la vida como cualquier mujer cubana, y en cualquier lugar donde puedo alzar mi voz, digo las verdades de este proceso matizado de intereses políticos. Pensaron que René, igual que Gerardo, quien tampoco ha podido ver a Adriana desde que fue encarcelado, tenían que tener un límite, pero no saben de qué madera están hechos esos hombres. Pero nada los hizo flaquear. Nosotras estamos junto a ellos, y nada ha impedido que nuestra familia sea feliz, a pesar del dolor de la separación que nos han impuesto”. Así expresa esta mujer que conmueve por su valentía y dignidad.

Desde su prisión injusta,  Antonio Guerrero, el poeta de los cinco, acaba de hacer un poema llamado “Mensaje de regreso”. Cuando lo escribió, confiesa, pensaba en René y en Olga, con la esperanza de que sea René el primero que pueda regresar a la patria para encontrarse con su amada.

Muy pronto estaré de regreso,

casi en un abrir y cerrar

de tus profundos ojos.

Prepara la noche sin reloj

las sábanas anchas

tu piel de rosa.

Poco a poco

ve deshaciendo

tus trenzas de dudas y temores

ante el espejo

que te ayudó a vencer tanta espera.

Sonríe con la más desordenada  sonrisa de tu cuerpo

No pudieron derrotarnos

los genios de la desesperanza.

Ya verás, amor.

Todos los dolores

se apagarán de una vez

cuando mezclemos en un beso

el sabor de las lágrimas.

 

 

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